Taller sobre valentía civil

Desde las 11:00 hasta 15:00 el 17/01/2012

Audio de la sesión:

 

 

 

Texto de Svetlana Broz:

 

Upstanders: Rostros humanos anónimos de valentía civil

Cuando estalló la guerra en Yugoslavia a comienzos de los noventa, todos los días las únicas palabras que se escuchaban en conversaciones, o que se leían en periódicos, en la capital Belgrado eran palabras sobre el mal. La ciudad donde había crecido, donde completé mis estudios en medicina y que amaba como una ciudad abierta y cosmopolita se había convertido en una colmena en la que cada ser individual estaba construyendo su propio nicho nutrido de odio. La cobertura mediática a nivel mundial era maniquea. Incluso mis antiguos amigos sordos participaron en esas crudas conversaciones constantes y me encontré con que muchas amistades se resintieron – por la cuestión sobre qué contribución al mal era mayor. Estaba rodeada de odio, reproches y crueldad.

Negándome a creer que no existiera nada humano en medio de aquella locura en la guerra en Bosnia y Herzegovina, busqué la humanidad tras los titulares. Empecé a ir a zonas de guerra en enero de 1993 – primero como cardióloga, para ayudar a seres humanos que no tuvieran asistencia médica como consecuencia de la guerra.

Al atender médicamente a personas de los tres orígenes étnico-nacionalistas – croatas católicos, bosnios musulmanes y serbios ortodoxos – sentí la necesidad que tenían de abrir su alma y hablar sin que se cuestionaran sus destinos en la guerra. De sus confesiones breves y espontáneas en el ala de cardiología, comprendí su necesidad por la verdad, que en lugares donde literalmente estaban explotando granadas, era sorprendentemente sutil y refinada comparada con las imágenes mucho más simplistas y maniqueas de la guerra de Bosnia que se veían en Belgrado o en el resto del mundo.


Upstanders

Aprender de los upstanders y sus motivaciones no es una tarea fácil, no hay una receta sencilla que los demás podamos seguir paso a paso. Lo que define al upstander no puede ser capturado en unas pocas palabras. Sus motivos para actuar de forma recta frecuentemente son personales y dependen de las circunstancias; encontrar qué motivaciones comparten los upstanders es una cuestión que desgraciadamente no me siento segura debatiendo como cardióloga que soy, ya que creo que sería más apropiado para psicólogos. Pero no necesitamos precisar motivos generales abstractos para entender la función de estas historias.

El upstander se enfrenta de manera activa a la elección de o bien confrontar la inmoralidad y la degeneración de la humanidad o bien callar y aceptar las cosas tal y como las aceptan los bystanders. La valentía civil que caracteriza al upstander es, en palabras de Uwe Kitzinger, la valentía del rebelde – es la capacidad de resistir a través del pensamiento crítico, de pensar por uno mismo y tener la voluntad de tomar parte en la vida, en lugar de ser un observador silencioso.

Cuando tantas personas deciden comprometer su moral para sobrevivir, las acciones de los upstanders sugieren que no debemos permitirnos ser envilecidos por las circunstancias: precisamente para retener nuestra dignidad a veces debemos renunciar al afán de vivir a toda costa. Como dijo de manera enfática Hannah Arendt sobre el hombre: “Siempre es posible de decir SÍ o NO”, y los upstanders son precisamente aquellos que quieren tomar la decisión de decir “no” al mal.

Basándome en las anecdóticas evidencias de bondad que he coleccionado, he encontrado que los upstanders no son personas extraordinarias – de hecho, normalmente son individuos anónimos. Independientemente de sus diferencias de edad, género, educación, credo y origen étnico, o sus papeles en la guerra, lo que compartieron fue su valentía para sacrificar sus vidas antes que cometer, o formar parte de, un crimen. Tuve la oportunidad de preguntar a una docena de aquellos que mostraron su valentía civil durante la guerra qué es lo que motivó su comportamiento y por qué no siguieron a la mayoría que, como testigos, simplemente observaron en silencio o participaron activamente en crímenes. Sus respuestas concretas variaron, pero muchos de ellos hablaron del papel ejemplar que jugaron sus padres y antepasados, y de como no podían haber actuado de otra manera que no estuviera acorde con sus elevadas normas morales. No hay nada que predetermine que una persona sea un upstander y otra no. Es una elección. Es la decisión de renunciar a vivir a toda costa. Es la elección de conservar la dignidad y valorar la humanidad estando rodeando de crueldad.

 

El legado del upstander

Creo que la noción de “upstander” tiene valor universal y, al tener una incidencia universal, su significado también es universal. Historias como éstas sobre personas reales, generalmente anónimas, cuyos actos altruistas han influenciado a tantas personas por todo el mundo y de todos los orígenes, que ahora son conscientes de que tienen elecciones en su vida. Es precisamente esta conciencia la que posibilita que uno pueda defender lo que está bien.

Todas las guerras, en todo el mundo, cuentan con este grupo de personas frecuentemente olvidado: almas valientes que han dicho “NO” frente a un régimen totalitario, una doctrina nacionalista, las limpiezas étnicas y persecuciones. Ejemplos de bondad que no hacen distinciones entre etnias, religiones, lazos raciales o políticos forman un material documental importante de las guerras, también representan un eje alrededor del cual es posible construir un futuro sano después de las irrupción de atrocidades. Como tales son de gran valor social, cultural y religioso. Los efectos del comportamiento de un upstander también se pueden extender más allá de actos heroicos singulares y más allá de fronteras geográficas, ya que las personas que son ayudadas con estos actos intentan emularlos. Y según cuentan su propia historia, los efectos se expanden.

 

Documentar el bien

Las historias de bondad en medio del mal promueven la tolerancia. Por su valor moral intrínseco y por su importancia educativa, merecen ser registradas y conservadas. Historias documentadas, en la forma de libros, museos y otros espacios públicos, ofrecen posibilidades éticas a profesores para dar, tanto a niños como a adultos, la oportunidad de reflexionar sobre la responsabilidad individual y colectiva frente a regímenes represivos y frente a las brutalidades que se puedan imponer. Cualquier lugar dedicado a la valentía civil puede servir como modelo en la implementación de justicia y en la prevención de conflictos futuros. Las historias de valentía civil y bondad devuelven la fe en la humanidad, recuerdan a los ciudadanos que en cada uno de nosotros hay una semilla de bondad y que, incluso si hemos sido desagradables o poco éticos en un momento dado, podemos encontrar la fuerza para dar la vuelta a nuestras acciones. La bondad permite la redención del individuo y del colectivo. Crea una sensación de dignidad y nos permite actuar partiendo de una perspectiva más madura que desde una posición de culpa absoluta.

 

El CV de Svetlana Broz y toda la información correspondiente a sus conferencias y publicaciones se pueden encontrar en su web www.svetlanabroz.org.

Nota de traducción: bystander y upstander son términos que no tienen una traducción exacta. Bystander es un testigo casual que no intercede, que no se pronuncia, cuya presencia no tiene ninguna influencia sobre el evento del que es testigo. Upstander, es un término que surge del verbo “stand up to”, que quiere decir enfrentarse a, o estar a la altura de, las circunstancias.
Lugar:
Medialab-Prado · Plaza de las Letras, C/ Alameda, 15 Madrid

Sesiones de la actividad

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Etiquetas:
#memoria #guerra