La ecolocación humana es una habilidad genuina, inexplorada y vinculada con la localización de los objetos en el espacio y la forma del mismo gracias a las reflexiones del sonido (eco y reverberación). Se inscribe en el área poco estudiada de la audición cotidiana de sonidos no verbales e implica autoproducir sonidos corporales para obtener información espacial. Es una capacidad que posee el ser humano, y que usa de manera inconsciente en la vida diaria o de manera consciente en algunas situaciones específicas, pero siempre de manera discreta. Generalmente es desarrollada hasta niveles sorprendentes por los débiles visuales.
La ecolocación consiste en hacer "clics palatales", es decir, chasquidos producidos con la lengua y el paladar, así como pronunciar la letra "ch", para escuchar como las reflexiones del sonido (ecos) cambian el color del sonido, y dependiendo de este cambio poder detectar objetos en el espacio, así como sus formas e incluso sus densidad. Llenando de sonido el espacio y aprendiendo a interpretar los ecos, mejor conocidos como reverberaciones en este caso, podemos sensar la forma que tienen los lugares en donde intentamos hacer esta radiografía sonora.
La ecolocación ha sido estudiada por la ciencia desde 1700 para entender los mecanismos sensoperceptivos que permiten que tengamos esta capacidad. La mayor parte de lo que se conoce de la audición se relaciona con el sistema periférico, es decir, la manera en que el oído extrae información sobre las dimensiones físicas del sonido (frecuencia, intensidad, etc.), pero si solo se toma en cuenta la Física del sonido, se hacen a un lado los aspectos ecológicos de la audición, las capacidades que ha desarrollado el sistema auditivo central con la evolución para extraer información de las dimensiones físicas de la fuente tales como posición, distancia o naturaleza.
Gracias a nuevos enfoques de la cognición corporeizada y de recientes avances en el campo de las neurociencias el interés en el estudio del sistema auditivo central y por lo tanto de la ecolocación ha aumentado en los últimos años, permitiendo un conocimiento más profundo sobre nuestro mundo sonoro y su tridimensionalidad, así como la generación de herramientas cognoscitivas y sensoperceptivas que potencien esta capacidad hasta niveles insospechados.
Esta acción será resultado de la colaboración del artista sonoro Jaime Lobato con el investigador Juan Antonio Martínez Rojas parte del departamento de Teoría de la Señal y Comunicaciones en la Universidad de Alcalá de Henares.
Primero se harán algunos ejercicios de escucha activa para acercar al público asistente a las técnicas de escucha tridimensional para generar un lenguaje en común para intervenir el espacio.
Se trabajará dentro de tres líneas de escucha que componen el método de composición ecolocativo.
Después de los ejercicios de sensibilización se invitará a los asistentes a jugar con los objetos para intervenir el espacio y generar una composición sonora creada para el lugar específico que solo sucederá una vez debido a que será resultado de las personalidades y percepciones espaciales de los asistentes. Al mismo tiempo de intercambiar conocimientos se crearán tecnologías cognitivas comunitarias que potenciarán nuestra interpretación del mundo que nos rodea.