Grupo de trabajo sobre arte y política

arte política

 

Planteamiento

Arte ≠ Política / Política ≠ Arte. Despertar de la historia

1.- El arte no es la política/la política no es el arte. Nada nuevo, en efecto, pero nada viejo tampoco, en ese enunciado que propone Brumaria. La distinción (y también la amalgama) arte-política va desde Platón y Aristóteles hasta nuestros días, pasando por Kant y Hegel, Proudhon o Marx, Nietzsche, Heidegger, etc., y recorriendo prácticamente toda la historia de nuestras filosofías, políticas y estéticas.

Despertar la Historia también significa demostrar que el aparecer de las verdades es el aparecer de singularidades, en este caso, pos-acontecimientales, las cuales componen la materialidad múltiple (el cuerpo) en la que vienen a disponerse y articularse los determinados formalismos subjetivos (y sus lenguajes). El efecto suficiente de las verdades es tal que, una vez aparecidas, componen una meta-historia intemporal. Pudiendo llamar historicidad, de manera muy laxa y general, a la Historia desde el punto de la política, el arte, la ciencia y las historias de amor.

No se trata de desatar ningún Acontecimiento, puesto que en tanto que múltiple puro o múltiple infundado, el Acontecimiento siempre ya está desatado, sino de despertar la Historia al aparecer de las verdades, esas fenoménicas excepciones para poder escrutar y poder ver a partir de la luz del Acontecimiento. Sólo así, podremos alcanzar a preguntarnos y, quizás pero sólo quizás, también responder: “¿cómo organizar la multiplicidad histórica de la política en y de un nuevo modo?” y “¿cómo hacerlo con la multiplicidad histórica del arte si es cierto, y lo es, que una verdad aparece en un mundo como conexión supernumeraria del azar y la eternidad?".   

Para ello, siempre disponemos de las tres orientaciones fundamentales del pensamiento, masivas en nuestro pasado siglo XX, a saber: el psicoanálisis, el marxismo y la fenomenología,  y de sus reinvenciones más actuales.


2.- Por todo lo anterior se propone un grupo de trabajo, alojado en Medialab-Prado, de formato múltiple para intentar dilucidar algo de lo que toca a nuestro real más actual o, si se quiere, inactual pero, por eso mismo, intempestivo. La forma de grupo abierto puede hacerse fundamental puesto que, al fin y al cabo, se trataría de llevar conjuntamente ese imprescindible trabajo teórico para poder ver claro en tiempos oscuros. Por otro lado, lo fundamental del funcionamiento del grupo es precisamente su duración en el tiempo y la ineludible puesta en común del pensamiento: lo que se diga, después de problematizarse, siempre tendría que servir como base para una futura puesta en común. Esto es, a partir de las cuestiones, sospechas, prejuicios... (y sobre todo resistencias: donde hay resistencia hay pensamiento), que puedan salir de una sesión, se puede conformar el trabajo de búsqueda para otra, y así, sucesivamente. Entonces, nada que vaya de sí, ni nada de obvio.

Pensamos que es momento de revisar algunos preceptos y verdades sobre las relaciones arte / política puestos en circulación en museos y centros de arte, universidades, bienales, red Internet, ferias, encuentros, publicaciones y ocupaciones. Tenemos interés  y creemos necesario clarificar dichos preceptos y verdades.

Entendemos, por ejemplo, que concederle al 15M el estatuto ontológico de acontecimiento único y primigenio es absolutamente desastroso (tanto a nivel político como a nivel artístico). Una banalidad de base, a propósito de todo esto, se podría enunciar así: la política no es el arte y el arte no es la política. Sus lugares y mundos son distintos, sus efectos y producciones son distintos, sus sujetos y objetos son distintos, etc. Por tanto, no se pueden amalgamar de ninguna de las maneras. Por supuesto se puede hacer muy buen arte con la política y se puede hacer muy buena política con el arte, pero siempre a condición de saber lo que se está haciendo y dónde se está haciendo y no hacer pasar una cosa por otra, a riesgo de que se pierda cualquier contenido de verdad en los dos procedimientos.

Creemos que el llamado arte político debe repensarse una y otra vez, hasta llegar a un punto en el que se pueda dar la construcción continuada de verdades nuevas pues, el arte contemporáneo es una crítica del arte mismo, una crítica artística del arte.

No deja de ser de notable interés que artistas significativamente políticos y contrahegemónicos estén de acuerdo con todo aquello que la ideología dominante ha venido sosteniendo: la evidencia de que sólo hay cuerpos y lenguajes. Obviedad de lo obvio, impuesta a través de la denegación constante de lo real histórico, en la que se ha decidido hacer un corte topológico (acontecimiento): también hay verdades.

Desde Brumaria afrontamos dicho período de reapertura histórica desde la urgencia de una proposición ideológica reformulada para la política y el arte. Con una hipótesis crucial y una Idea de partida fuerte: la política no es el arte y el arte no es la política. Sabiendo lo cual, una de las cuestiones fundamentales que se nos presenta podría ser enunciada de la manera siguiente: ¿cómo declarar desde el arte o la política el fin de todos los fines o, lo que es lo mismo, el comienzo posible de aquello que es, fue y será? 

 

> Descargar bibliografía recomendada

> Más información

 

Formulario de inscripción


Tipo de post
Blog
Autor
admin
Etiquetas
#revista #filosofía #arte #política #brumaria